En la Ciudad de México hubo un intento para plantar miles de árboles de cerezo. El presidente Pascual Ortíz Rubio durante su estancia en el cargo (1930-1932) solicitó al gobierno japonés la donación de ese tipo de árboles para colocarlos en las avenidas principales de la ciudad como símbolo de amistad entre ambos pueblos. El Ministerio del Exterior de Japón le pidió a un emigrante que ya tenía décadas de residir en México, Tatsugoro Matsumoto, su consejo para determinar si era factible que la flor se adaptara a las condiciones de la ciudad. El emigrante explicó a ambos gobiernos que la floración del cerezo era poco probable que se realizara debido a que se requería un cambió mucho más brusco de temperatura entre el invierno y la primavera que la Ciudad de México no experimentaba. De este modo el proyecto quedó desechado ante la experta recomendación de Matsumoto.
Matsumoto recomendo al presidente Álvaro Obregón (1920-1924) plantar en las principales avenidas de la Ciudad de México árboles de jacaranda que Tatsugoro había introducido desde Brasil y reproducido en sus viveros. Las condiciones climatológicas eran las adecuadas para que al inicio de la primavera el árbol floreciera, además Tatsugotro consideró que la flor duraría más tiempo ante la ausencia de lluvia en la Ciudad de México durante esa temporada.
hanami (^o^)
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